miércoles, 27 de agosto de 2008

Las situaciones traumáticas pueden predisponer al consumo de drogas


La profesora de la Autónoma de Barcelona Roser Nadal explica la relación entre el stress y la tendencia a la drogadicción en las personas.
Fuente: ideal.es

Autor: Pablo García Caño

Ambiente o genética, nacer o hacerse. Ése es uno de los grandes debates actuales de las ciencias relacionadas con la Psicología y la Neurología, y cada vez los resultados están más encaminados a concluir que ambos factores son igual de importantes a la hora de explicar el carácter y el comportamiento de una persona.
La profesora Roser Nadal, de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), habló ayer sobre esta cuestión y explicó las relaciones entre situaciones de stress y consumo de estupefacientes, en el curso que esta semana aborda la drogadicción. Una de las conclusiones más destacadas es la comprobación de que ciertas experiencias traumáticas que conlleven situaciones de crisis pueden predisponer al consumo de drogas.
Roser Nadal explicó la existencia de un determinado perfil de persona, denominado "novelty seeking" o "buscador de emociones", cuyo carácter le lleva a buscar constantemente nuevas experiencias, algunas incluso arriesgadas. Este tipo de carácter suele darse de forma más común en la adolescencia, cuando cada situación es prácticamente nueva para la persona y se deja llevar más por los impulsos. Nadal señala que las personas que responden a este perfil responden de forma más activa ante situaciones de stress, con una activación hormonal más elevada, y asimismo se ha demostrado que entre los heroinómanos hay un número elevado de estos "buscadores de emociones".

Causa o consecuencia
Como apunta la misma profesora de la UAB, habría que discernir primero qué es causa y qué es consecuencia a la hora de emitir juicios definitivos. Lo que está claro es que tanto la predisposición genética como el ambiente se ha demostrado que influyen e interactúan entre sí a la hora de convertir a una persona en consumidora habitual de droga. No hablamos ya sólo del ambiente en su sentido social, que a veces puede ser lo más determinante (influencia de las amistades, por ejemplo), sino de las experiencias traumáticas que pueden hacer que una persona esté más predispuesta para a tomar drogas. Roser Nadal apunta que estas influencias se dan desde la infancia, como consecuencia por ejemplo de la falta de cuidados familiares, e incluso pueden afectar estando aún en el útero de la madre.
Ya en la edad adulta las situaciones de crisis personales también pueden influir en el mismo sentido. Incluso en los últimos años se han publicado estudios en ese sentido en Estados Unidos acerca del stress postraumático y grandes catástrofes. El cerebro, a fin de cuentas, resulta más maleable de lo que se pensaba en un principio, aunque aún queda por discernir en qué punto se diferencian estas variables a la hora de hablar de simple consumo accidental o adicción pura y dura. Hasta ahora se ha relacionado el stress con una predisposición inicial al acercamiento a los estupefacientes, así como con otras psicopatologías asociadas, pero la adicción a una sustancia depende también de otros factores, como afirma Roser Nadal.
El equipo de investigación en el que Nadal trabaja en la UAB investiga los efectos de distintas drogas psicoestimulantes y sus analogías con la reacción del cuerpo ante situaciones de alta tensión emocional. Se suele trabajar sobre todo con anfetaminas y cocaína, así como otras sustancias depresoras, como el alcohol. Por ética los estudios con personas se limitan a estas sustancias, como explica la profesora.

Animales
No obstante también se trabaja con animales para comprobar el efecto de las drogas en sus organismos. Una conclusión destacada es que los ejemplares clasificados como "buscadores de emociones", más acostumbrados a liberar hormonas durante las situaciones estresantes, sufren un mayor deterioro cognitivo a medida que envejecen.
Nadal afirma que una de las causas de este proceso podría ser precisamente esa mayor liberación de hormonas a lo largo de la vida, metafóricamente hablando, como si estas organismos se desgastaran más que sus semejantes durante su vida.

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