viernes, 2 de octubre de 2009

¿Por qué cuesta tanto dejar el cigarro del café?


Un estudio explica cómo las circunstancias incitan al consumo adictivo de drogas. La nicotina o la cocaína refuerzan las memorias de las vivencias asociadas a su uso.
Fuente: elmundo.es Autor: CRISTINA DE MARTOS


Desengancharse de una droga es un proceso costoso que conlleva, a menudo, un cambio de hábitos radical encaminado a sacar a la persona del ambiente relacionado con el consumo. Las raíces de la dependencia que generan la nicotina o la cocaína son más profundas de lo que se pensaba. Ésta no se limita a una recompensa placentera sino que implica el refuerzo de ciertos recuerdos, como el sitio o las circunstancias habituales de consumo, que motivan al sujeto a continuar con su uso.
Fumar sólo cuando otros lo hacen, ser incapaz de perdonar el cigarro de después de comer o tener que esnifar una raya cuando se han tomado algunas copas. Las evidencias científicas y empíricas indican que la información contextual, espacial y del lugar está relacionada con las vivencias relativas a la toma de drogas hasta el punto de que las circunstancias empujan muchas veces a su consumo.
Aunque suene a excusa, no lo es. Esa es la conclusión de un trabajo publicado en la revista "Neuron", que ha analizado el efecto de la nicotina sobre los procesos de aprendizaje y memorización en ratones. Sus conclusiones señalan que tanto el consumo adictivo de una droga como los acontecimientos que lo rodean pueden considerarse aprendizaje condicionado.
Para que nuestro cerebro aprenda y memorice necesita modificar constantemente sus conexiones en el hipocampo. Este fenómeno se conoce como plasticidad neuronal e implica cambios en las sinapsis neuronales existentes (intensidad, funcionalidad), desaparición y aparición de otras nuevas. El neurotransmisor implicado en estos cambios es la dopamina.
El rol de la dopamina en el desarrollo de una adicción es bien conocido, gracias a los estudios "in vitro" y con animales vivos sedados. Sin embargo, estos experimentos no permiten conocer las consecuencias últimas que la exposición a la nicotina, por ejemplo, causa en el cerebro.
Al trabajar con ratones vivos en movimiento, los autores de este estudio, procedentes del Baylor College of Medicine de Houston (Estados Unidos) pudieron salvar esa barrera. Los animales, a los que se les habían implantado electrodos en el cerebro para recoger la actividad de las neuronas del hipocampo, podían deambular libremente por dos compartimentos en los que recibían bien una dosis de nicotina bien una de solución salina (inocua).
"El cambio en la actividad cerebral era alucinante", ha explicado uno de los autores, John Dani, profesor de neurociencia de Baylor. "Comparado con las inyecciones salinas, la nicotina fortalecía las conexiones neuronales; a veces hasta un 200%. Este fortalecimiento indica formación de nuevas memorias".
Eso es lo que ocurría en el cerebro de los animales, ¿pero qué se veía desde fuera? Dani y su colega Jianrong Tang observaron el comportamiento de los roedores y comprobaron que pasaban más tiempo en el compartimento en el que recibían la nicotina. La actividad desencadenada por la nicotina en el hipocampo sólo podía indicar una cosa: habían aprendido a preferir ese espacio.
Estos hallazgos concuerdan con la idea de que las memorias asociadas con comportamientos adictivos se transforman en motivaciones internas para seguir con el consumo de esa droga. Como salir por la noche incita a esnifar cocaína, beber café a encender un cigarro o tomar éxtasis a fumar porros.

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